El fundador del gran imperio persa fue Ciro II el Grande. Aunque no se conoce la extensión del territorio cuando llegó al trono, sí se sabe que conquistó Susa e incorporó Susiana (Elam) a su imperio. Cambises II, hijo y sucesor de Ciro II, conquistó Egipto, ejecutó a su faraón (Psamético III) y anexionó Egipto al gran imperio persa, que llegó a extenderse por los territorios de los actuales estados de Irán, Irak, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Rusia, Chipre, Siria, Líbano, Israel, Palestina, Grecia y Egipto. Alcanzó su máximo apogeo en el año 500 a.C. con Darío I, que se consideraba descendiente de Aquemenes (lo que siempre fue puesto en duda), por lo que dio lugar a la dinastía aqueménida. Durante su reinado llegó a abarcar parte de los territorios de los actuales estados de Libia, Bulgaria y Pakistán, así como ciertas áreas del Cáucaso, Sudán y Asia Central. Las grandes conquistas hicieron de él el imperio más grande en extensión hasta entonces conocido. Su esplendor y su existencia concluyeron en el año 330 a. C. cuando el último de los reyes aqueménidas, Darío III, fue vencido por el conquistador macedonio Alejandro Magno.
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