jueves, 9 de noviembre de 2017

Persépolis, la capital aqueménida del imperio persa

Darío I comenzó en el año 512 a.C. la construcción de esta impresionante ciudad, que mantuvo su esplendor hasta que Alejandro Magno la ocupó e incendió doscientos años más tarde.  
Persépolis fue durante dos siglos la capital del mayor de los imperios de Oriente Medio, el aqueménida. Durante tres reinados fue utilizada como lugar para la celebración de grandes ceremonias. Inicialmente Darío I, posteriormente su hijo, Jerjes, y después su nieto, Artajerjes, contribuyeron al  engrandecimiento y al esplendor que lcanzó la ciudad. 
Estando aquí, uno se estremece pensando que al acercarse desde el oeste por la llanura, las delegaciones que acudían se impresionarían con un espectacular efecto visual, una ciudad construida sobre una gran plataforma de 15 metros de altura, en la que destacaba el sensacional pórtico de la Apadana y la sala de audiencias de los grandes reyes persas.También trata uno de imaginarse lo que pasaría por la mente de Alejandro Magno cuando ordena el incendio y la destrucción de Parsa en el año 330 a.C., acabando así con dos siglos de esplendor persa y dando por finalizado el poder de la dinastía aqueménida.
Fundada a los pies del monte Koh-e-Ramat, elevada sobre una terraza artificial y rodeada por una triple muralla, Persépolis constituía entonces una ciudad impresionante. Al acercarse desde el oeste por la llanura, las delegaciones podían ver cómo, detrás de las construcciones de una ciudad, se alzaba una amplia plataforma de piedra de 15 metros de altura, sobre la que a su vez se levantaba el sensacional pórtico de la Apadana, la sala de audiencias de los grandes reyes persas, un espectacular efecto visual, nunca antes utilizado. El fin de Persépolis llegó de la mano de Alejandro el Magno, que ordenó el incendio y destrucción de Parsa en el año 330 a.C., acabando con dos siglos de esplendor persa y dando por finalizado el poder de la dinastia aqueménida.


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